La Habana, 19 may.- El trato respetuoso y humano a los prisioneros
evidencia la ética de la Revolución cubana desde su germinación en las
montañas de la Sierra Maestra, consideraron aquí participantes en esa
gesta.
Los combates en el oriente de la Isla contra la dictadura de Fulgencio Batista, en las arenas de Playa Girón y en tierras de África, donde cumplieron misión internacionalista miles de cubanos son, según Antonio Llibre y José Hembel Tamayo, escenarios de esa postura invariable.
En diálogo con Prensa Latina, los otrora integrantes del Ejército Rebelde recordaron su paso por las montañas y por diferentes etapas posteriores al triunfo de la Revolución del 1 de enero de 1959.
Llegué en marzo de 1958 a la Sierra Maestra, desde entonces vi a muchos prisioneros, algunos de ellos responsables de atrocidades contra campesinos y población civil, comentó Llibre, un abogado próximo a cumplir 80 años.
De acuerdo con el actual miembro de la Unión de Juristas de Cuba, especializado en temas de Derecho Internacional, nunca observó o escuchó de torturas, golpizas o maltratos a los detenidos.
"Las órdenes de Fidel Castro eran claras: nadie podía tocarlos y debíamos atender a los enemigos heridos durante los combates, todo eso a pesar de que era una guerra y sufríamos la pérdida de compañeros muy queridos", recordó.
Para el jurista, esa conducta contrasta con la que sufrió en carne propia en su época en la lucha clandestina en el llano, poco antes de subir a la Sierra Maestra, donde terminó la guerra como ayudante de Fidel Castro.
Estuve dos veces detenido, y fui salvajemente torturado y golpeado hasta perder el conocimiento, incluso en la segunda ocasión de encierro salvé la vida de milagro, "porque para uno de los esbirros me parecía demasiado a su único hijo", precisó.
Llibre participó en la etapa de la lucha rebelde en la entrega de prisioneros a la Cruz Roja, acciones de las que guarda constancia gráfica.
Entregábamos a los oficiales y guardias sin un rasguño, a menos que resultasen heridos en los combates, y en esos casos los devolvíamos con toda la atención médica a nuestro alcance; incluso, a los oficiales les dejábamos su arma de reglamento durante el cautiverio, algo que les parecía sorprendente, expuso.
Llibre considera que el trato a prisioneros ha sido en más de cinco décadas una de las muestras innegables de la moral y la ética de la Revolución cubana.
Fidel Castro hizo del respeto a los detenidos una tradición reconocida hasta por nuestros enemigos, política presente en 1961 en Playa Girón, cuando derrotamos en menos de 72 horas la invasión organizada por Estados Unidos y capturamos a miles de mercenarios, después cambiados por compotas, afirmó.
También José Hembel Tamayo rememoró su época como barbudo en el Segundo Frente Oriental Frank País.
Subí a principios de 1958 porque en mi natal Mayarí ya "estaba fichado por revoltoso, y me iban a matar", señaló el jubilado de 85 años.
Según Tamayo, en las lomas fue fotógrafo hasta el triunfo de 1959, y además le tocó cuidar a prisioneros.
"Al principio no comprendía cosas cómo que los detenidos, algunos asesinos, comían lo mismo que nosotros y primero que nosotros, pero luego entendí lo ético de esa manera de actuar", dijo.
De acuerdo con Tamayo, en Playa Girón y en Angola, donde también estuvo, siempre se respetó a los capturados en combate.
Ha sido una línea recta de la Revolución y de Fidel, el jamás maltratar a un prisionero, lo viví en Girón y en África; aunque en Angola no participé directamente en acciones militares, muchos de mis compañeros sí dan fe de ello, agregó. (PL).
No hay comentarios:
Publicar un comentario